A principios del siglo XX, tiempos en que la inclinación por personas del mismo sexo era considerada una enfermedad mental, se llevaron a cabo varios métodos que prometían esa “condición”. Se le catalogaba como un padecimiento y no una orientación sexual.
«Con el surgimiento de varias disciplinas (médicas) se comenzó a creer que la homosexualidad era una enfermedad mental. Algunas personas la consideraban dañina para la salud (…), pero esto también tiene que ver con las creencias», comentó Jeremy Cruz Islas, médico especialista en psiquiatría de la UNAM y maestro en salud mental pública.
Señaló que, con el desarrollo del método científico y el método clínico, se comenzó a creer que en los individuos atraídos por sus congéneress existía un sufrimiento inherente en la propia condición.
El método clínico, explicó, se basa en la valoración elaborada por los médicos cuando examinan a un paciente, mismo que en aquella época catalogó a las minorías sexuales como una «anormalidad».
«Empezaron a buscar una serie de curas específicas para esta población, las cuales podrían ser desde procedimientos quirúrgicos, hasta procedimientos clínicos o terapéuticos», refirió y añadió que estos métodos comenzaron a utilizarse en Alemania, bajo la autoridad del nazismo fueron más practicados.
RECLUSIÓN
De acuerdo con el psiquiatra, el siguiente recurso en emplearse consistió en recluir a esos “pacientes” en psiquiátricos. Registros de esto existen desde principios del siglo XX y se extienden hasta los setenta.
El Dr. Robert Heath experimentó con la terapia de conversión homosexual y afirmó haber convertido con éxito al Paciente B-19. Foto: Independent UK
A los “aquejados” de homosexualidad se les administraba terapia de aversión. Al organismo le inyectaban adrenalina en grandes cantidades y esto producía un estado adrenérgico, es decir, se causaba una sensación de miedo extremo que los médicos aprovechaban para proyectar imágenes de sexo homosexual al paciente. Se creía que al hacerlo, los «enfermos» sentían repudio por lo que veían y, con el tiempo, se curaban.
Pero no era lo único. «Cuando se te inyecta una cantidad de insulina mayor a la que tu cuerpo necesita, puedes sentir mareos y somnolencia, ahí es cuando ellos empezaban a actuar», dijo el doctor. También los bañaban con agua fría, se les extirpaban los testículos o el útero, dependiendo de su sexo.
El médico enfatizó que estos tratamientos eran similares a la tortura, las ideas de la época aseguraban que así se generaba miedo a la homosexualidad y a proyectarla en sí mismo hasta decir: “Ya, estoy convertido».
El tratamiento estaba más dirigido a hombres que a mujeres, ya que «las lesbianas, en general, tienen menos visibilidad que el resto de las minorías sexuales; en teoría no se notan tanto».
EN MÉXICO
El territorio mexicano también tiene un expediente de terapias de conversión. Felipe Gaytán Alcalá, doctor en sociología por el Colegio de México, compartió que los métodos empleados en éste país abordaron más el tema de la culpa y la utilización de medicamentos placebos.
En el siglo XX no existía propiamente una clínica para curar a los homosexuales; sin embargo, al país llegaban franquicias de médicos que promovían el tratamiento por una temporada y que después regresaban a Estados Unidos.
«Llegaban, sobre todo, invitados por ciertas organizaciones conservadoras, y se promocionaban a través de las comunidades. Arribaban a ciertas ciudades, a ciertos pueblos, y la gente de la comunidad que tenía a un ‘enfermo’, lo llevaba y era sometido a las terapias».
Foto: Ahna Ziegler/ Unsplash
Gaytán Alcalá contó que muchas de estas “especialistas” no eran doctores sino hombres que habían sido «transformados» gracias a estos procesos. Viajaban dando su testimonio y aplicaban los mismos procesos que habían sido utilizados en ellos: «No eran tratamientos proactivos, eran más bien correctivos, y se daban una serie de confrontaciones y de castigos, de sentir la culpa y la vergüenza».
Pocas veces se utilizó la violencia física en esta clase de procesos, apelaban a generar un sentimiento de inferioridad, se reconstituía al individuo como persona moral cuando renegaba de su orientación.
HOY DÍA
Ambos expertos, en entrevistas para El Universal, coincidieron en que, en la actualidad, los procesos de conversión a la heterosexualidad son practicados por grupos religiosos, especialmente por los evangélicos, en Estados Unidos y México.
«Lo que hacen los grupos religiosos es retomar los testimonios de personas que han sido ‘restauradas’ en su heterosexualidad», dijo el sociólogo. Los grupos evangélicos, indicó, abordan la homosexualidad como una especie de posesión demoníaca que se combate con un proceso de oración «para que el otro reconozca que posee algo maligno».
El sociólogo señaló que una de las características de trabajo en estos espacios es llevar al éxtasis colectivo para que haya una «restauración», para que quien se siente atraído por los de su mismo sexo reconozca frente a la comunidad el «error en el que está».
A propósito de formaciones conservadoras, señaló que llevan a cabo una terapia de psicoanálisis en la que analizan la infancia en busca del momento en que la persona homosexual sufrió «una ruptura».
MACHISMO
En el tema de las sociedades machistas, Gaytán Alcalá explicó que en estas circunstancias, el hombre homosexual es considerado como una amenaza mayor, puesto que este género se asocia con una figura de autoridad que, en cuanto se declara homosexual, es automáticamente visto como alguien débil.
Foto:Chris Johnson/Unsplash
En el caso de las mujeres lesbianas, éstas no son catalogadas como una amenaza, cuando se menciona a la comunidad LGBT, las personas lo asocian con un hombre gay.
«A veces se piensa que hay mucha empatía o sincronía en términos de hombres y mujeres homosexuales, y no necesariamente. A veces se confrontan, y los hombres homosexuales reconocen muchos patrones machistas con las mujeres lesbianas», señaló, añadiendo que entre los mismos hombres se manifiestan conductas de este tipo:
«Vemos que hay una diferencia entre aquellos que son afeminados y otros que no lo son, se marcan diferencias y si esto pasa dentro de una comunidad empática, imaginemos qué sucede fuera de ella».
De acuerdo con la encuesta de discriminación realizada en el 2010, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) informó que una de cada dos mexicanos con inclinación por sus congéneres considera que el principal problema que enfrenta es la discriminación, manifestada en falta de aceptación, críticas y burlas.