Puede que nos empeñemos en creer lo contrario; sin embargo, nuestra historia será la encargada de mostrarnos qué tan crueles podemos ser.
Nunca fue un secreto que los ejércitos y las religiones europeas fueron los más crueles de todo el mundo. Basta con remitirnos a los diarios que Fray Bartolomé de las Casas redactó mientras se encontraba en América, en ellos cuenta cuán violentos fueron los españoles al tratar de evangelizar y conquistar a los indígenas, mismos que a pesar de mostrarse sumisos ante sus violentos verdugos, fueron molidos a golpes o sometidos a las torturas más violentas que el mundo pudo imaginar. Bartolomé no fue el único que denunció estas injusticias, también el holandés Guillermo de Orange lo describió en su texto Apología de 1582.
«Los españoles han causado una muerte miserable a 20 millones de personas».
—Guillermo de Orange
¿Pero cómo no esperar esta violencia por parte de quienes asesinaron incluso a «los suyos»? Dios no distingue, para él todos son iguales y quien le desobedezca debe sufrir por igual. Eso fue lo que la doctrina católica les hizo pensar a sus siervos más fieles —los conquistadores e inquisidores—, quienes tomaron por pecador a todo aquel que violase una visión del mundo establecida por las leyes europeas, mas nunca las de la Biblia. Así fue como aspectos como la homosexualidad y el adulterio se convirtieron en pecados mucho más grandes que robar o matar.
Probablemente no sean muchos los textos públicos que existan acerca de los horribles métodos de tortura que se usaron en contra de los homosexuales; no obstante, éstos no hacen mucha falta cuando hay museos abarrotados con los instrumentos con los que la Iglesia y los verdugos a su disposición llevaron a cabo las ejecuciones más sangrientas y vergonzosas de toda la historia.
– Cuna de Judas
Usada generalmente para los interrogatorios, este instrumento consistía de una pirámide de madera en cuya punta se dejaba caer al acusado. El punto de impacto generalmente era la zona genital o el ano; gracias a que la víctima estaba suspendida de tres o cuatro argollas, era posible regular la intensidad de la caída dependiendo de su cooperación durante la confesión.

– Potro
Se trata de una mesa de madera debajo de la cual hay una serie de rodillos con cuerdas atadas a ellos; con éstas se amarran las extremidades de las víctimas, las cuales son jaladas gradualmente por los verdugos. La presión de los rodillos aumentaba o disminuía de acuerdo del nivel de arrepentimiento que presentaban los torturados, aunque a menudo el dolor y los gritos les impedían confesar o arrepentirse, por lo que más allá del dislocamiento de sus miembros, a veces éstos eran completamente desprendidos de sus cuerpos.

– Araña
Aunque los registros indican que este instrumento fue usado principalmente para torturar prostitutas y mujeres acusadas de adulterio, hay textos que también indican que estas pinzas no sólo eran utilizadas para arrancar los senos femeninos, sino que una vez estando al rojo vivo, las afiladas tenazas eran capaces de dejar los cuerpos de sus víctimas al descubierto. Posteriormente los verdugos podían portarse creativos hasta llevar a sus víctimas a la muerte.

– Aplastacabezas
El propósito de este aparato no podía ser más claro; sin embargo, es la manera en que trabaja lo que sorprendió a quienes presenciaron este método extremadamente sangriento. El aplastacabezas iniciaba rompiendo las mandíbulas, lo que provocaba un sonido entre tétrico y asqueroso; posteriormente, conforme bajaba el tornillo que ajustaba el casquete, los sesos salían por las cuencas de los ojos junto con pedazos de cráneo.

– Toro de Falaris
Al parecer la creatividad a la hora de torturar no era un impedimento para la gente de la Edad Media; pues aunque este instrumento fue inventado en el 554 a.C., los inquisidores medievales «lograron perfeccionarlo» agregando agujeros en la nariz y en la boca del toro de bronce para que los gritos la persona que estaba siendo, literalmente, cocinada dentro de él, fueran una especie de berrido, además de que el humo de la carne quemada era una especie de vaho emitido por el mortífero animal.

– Uñas de gato
Cual si fuera un rastrillo para arado, estas garras de metal eran sujetas a un mango con el que los verdugos arrancaban tiras completas de carne a sus víctimas que yacían colgadas del techo o posadas sobre alguna pared.

– La pera de la angustia
Junto con la dama de hierro, el potro y la rueda, éste es uno de los métodos de tortura más famosos que existen. A los acusados de homosexualidad se les introducía la pera por el ano, al mismo tiempo que el verdugo iba girando el tornillo que accionaba un mecanismo a través del cual se expandía la pera desgarrando poco a poco las entrañas de la víctima. Además de los homosexuales, las principales víctimas de este suplicio fueron las mujeres acusadas de adulterio.

– Burro español
– Romperrodillas
Mientras el acusado permanecía sentado con pies y manos, sus piernas eran introducidas en este aparato hasta las rodillas, las cuales eran trituradas por las filosas estacas de madera que sobresalían de cada tabla. Conforme el verdugo ajustaba más los tornillos que componen el mecanismo, las púas comenzaban a triturar las rodillas del supliciado hasta dejarlas completamente inútiles.

– Rueda
Utilizando una rueda parecida a la de los molinos, los verdugos amarraban a sus víctimas a ésta para darles vueltas sin parar mientras ellos los golpeaban con barras de metal o simplemente los veían cocinarse con el fuego que prendían justo debajo de la rueda.

– Sierra
Este suplicio era de los únicos designados especialmente para los homosexuales, se trataba de colocar al condenado boca abajo para partirlo justo por la mitad con una cierra para derrumbar árboles.

Aun cuando la Iglesia y la sociedad misma traten de borrar estos episodios amargos de su historia, siempre habrá un objeto o grabado que —a falta de documentos oficiales— nos recordará todas las crueldades que han cometido en contra de toda la gente inocente que murió víctima de los prejuicio que todavía se siguen manifestando en algunas personas.