La organización Mundial de la Salud, la agencia especializada de las Naciones Unidas que se encarga de la Salud Pública en el mundo, incluyó la adicción al sexo en la Clasificación Estadística Internacional de Enfermedades y Problemas de Salud Relacionados (ICD), una herramienta que funciona para diagnosticar y tratar diversos trastornos físicos y mentales.
El documento define la adicción al sexo como “un patrón persistente de falla para controlar los impulsos sexuales intensos y repetitivos que resultan en un comportamiento sexual repetitivo”. De acuerdo con la Clasificación, para considerar que una persona padece adicción al sexo, ésta debe atravesar un trastorno con una duración de al menos seis meses caracterizado por experimentar una angustia considerable como resultado de su necesidad de sexo.
Por otra parte, aquellas personas que tienen mucho sexo con varios compañeros de una manera que se considera “saludable”, es decir, que no eluden ninguna responsabilidad personal ni afrontan angustia o se la generan a sus parejas o a sus familiares, no calificarían como “adictos al sexo”.
La clasificación de la adicción al sexo como un problema de salud mental se generó poco después de que la OMS incluyera la adicción a los videojuegos como un trastorno de salud mental y de que eliminara la transexualidad de lista de enfermedades mentales, pero que la colocara en la clasificación de trastornos sexuales.