¿Has escuchado hablar de Burkina Faso? Bueno, es necesario que sepas que es la capital y principal ciudad de Burkina Faso, y el centro administrativo, de comunicaciones, cultural y económico de la nación. También es la ciudad más grande del país, con una población de 1 475 223 habitantes y, ¿qué tiene de especial? Pues es que en ese lugar en 2019, el primer concurso del orgullo trans en Uagadugú.
A pesar de haber sido un evento fue privado, se limitó el número de asistentes para evitar que las informaciones sobre esta fiesta circulasen por la ciudad. Solamente se podía asistir con una tarjeta de invitación entregada por los organizadores a las personas de confianza del círculo LGBTI burkinés.
Este evento tenía como objetivo era evitar el boicot del evento o poner en riesgo la seguridad de los asistentes al recinto. Se trata de una sociedad tradicional, donde sigue primando la justicia dictada por líderes religiosos y tradicionales. Si los sectores radicales conservadores supiesen que existen este tipo de celebraciones que van en contra de la moral y religión, los asistentes podrían poner en peligro su integridad física.
Este acontecimiento que reunió a alrededor de 50 asistentes, fue una primicia en el país. Once hombres homosexuales transgénero compitieron por el premio a Miss Burkina 2019 y diez mujeres trans por el puesto al mejor Mister. Al final hubo tres finalistas que recibieron como premio el título de Miss Idahot, las siglas en inglés de Día Internacional contra la Homofobia y la Transfobia.
Los concursantes desfilaron ante un ilusionado y festivo público, pero no pudieron acudir a la gala desde su casa ni vestidos con sus trajes de competición ni con sus pelucas o maquillaje. Travestirse en público es un acto que muy pocos en el país osan realizar ya que ello podría suponer el encarcelamiento o el linchamiento. Eventos como este, permiten a los jóvenes salir de la situación de opresión y secretismo en la que viven su día a día así como conocer a otras personas del colectivo, lo que les ayuda a no sentirse solos. En estas fiestas privadas consiguen quitarse las cadenas de la tradición y ver que pueden expresarse libremente de una forma que está absolutamente prohibida en el imaginario colectivo burkinés.
Debes saber que en este país no existen bares específicamente LGBTI donde poder reunirse, travestirse y ligar libremente. Si bien es cierto que en algunas discotecas más libres saben que pueden asistir y conocer a personas de su misma orientación sexual, cualquier beso o gesto de cariño podría desencadenar en un conflicto con el resto de personas heterosexuales. Así pues, estas fiestas privadas LGBTI son una válvula de escape para estos jóvenes trans.