Un antiguo cuento relata que cierta vez un muchacho observó cómo una oruga intentaba desprenderse de su crisálida para por fin convertirse en mariposa. Conmovido decidió soplar para ayudarla en el proceso. Cuando finalmente la crisálida se desprendió, la oruga convertida en mariposa no pudo volar. Es que el joven que intentó apurar su crecimiento lo único que consiguió fue romperle las alas.
Cuando se repasa la trayectoria de Lindsay Lohan no se puede menos que asociarla con esa mariposa de alas rotas. De otro manera no se explica que esa niña que deslumbró en Juego de gemelas y parecía solo destinada a brillar terminó abriendo un chiringuito en Mykonos y con su último proyecto televisivo -un reality show- cancelado por aburrido.
Lindsay nació en Nueva York, el 2 de julio de 1986. A los tres años ya protagonizaba publicidades en la tele y también en revistas. Su carita mezcla de bondad y picardía comenzó a hacerse conocida, pero el gran salto vino con la película que contaba la historia de Annie y Hallie dos gemelas separadas al nacer. Una se quedaba con su padre en los Estados Unidos y la otra permanecía con su madre en Inglaterra. En un campamento las hermanas se encuentran y deciden idear un plan para volver a unir a sus padres.
La película fue un exitazo y a casi 25 años de su estreno se convirtió en un verdadero clásico para disfrutar en familia junto a un bol lleno de pochoclos caseros. Las críticas de ese momento fueron unánimes. El filme era bueno y divertida pero no sería tan maravillosa sin la maravillosa Lindsay.
Su segundo exitazo vino con Un viernes de locos donde nuevamente debía interpretar un juego de roles, esta vez y por un hechizo terminaba convertida en su madre, personaje protagonizado por esa enorme actriz que es Jamie Lee Curtis. Cuando a la experimentada artista la felicitaban por haber encarnado a una adolescente aseguraba que el gran trabajo no era de ella sino de su joven compañera. «Yo puedo recordar a la adolescente que fui pero Lindsay nunca fue adulta y sin embargo interpretó su papel de maravillas», decía sin equivocarse.
Y como el trabajo llama al trabajo o el éxito llama al éxito siguieron llegando los proyectos. Así Lindsay fue la adolescente naif recién venida de África que peleaba por un lugar en el secundario en Chicas pesadas, la conductora intrépida en Herbie a toda marcha, la soñadora en Confesiones de una típica adolescente y la ganadora que se convierte en una perdedora total en Golpe de suerte. Y quizá cuando uno vuelve a observar esta comedia liviana y divertida es cuando se pregunta cómo fue que su adorable protagonista terminó perdida en una isla griega y con la palabra «escándalo» acompañándola como una sombra.
Si rastreamos un poco nos enteramos que en el año 2007 Lindsay protagonizó junto a Jane Fonda y Felicity Huffman Las reglas de Georgia. El filme narraba las aventuras de una adolescente incontrolable a la que su madre enviaba a vivir a una granja junto a su abuela para que se calmara un poco. Y ese descontrol o rebeldía adolescente que se veía en la pantalla también se trasladó a su vida real. Ese año fue detenida dos veces por conducir pasada de copas y luego de estar unas horas detenida tuvo que encarar un tratamiento de rehabilitación. Es que además del alcohol, la joven también coqueteaba peligrosamente con las drogas. Algunos hablaban de consumo de cocaína pero ella reconoció que fumaba marihuana y tomaba éxtasis por los efectos que tenían.
Es que muchas veces el cielo de los otros es el infierno de los demás y Lindsay lo sabía. Todos querían ser ella y ella no sabía quién quería ser. No solo era la ídola de millones de adolescentes también era una gran presa para cierto periodismo. La típica rebeldía que incluso puede llevar a cierto coqueteo peligroso con las drogas o el alcohol que transitan millones de adolescentes, en Lindsay se transformaba en notas y más notas y cientos de horas de programas televisivos.
Se decía que aunque ganaba fortunas tenía problemas de dinero porque gastaba compulsivamente. Aseguraban que era adicta al sexo y que le encantaba organizar y protagonizar fiestas donde el consumo de alcohol era por litros y el sexo por docenas. Se decía que «Herbie» se había puesto siliconas en sus pechos en vez de pensar simplemente que era el resultado final de una adolescente que se transformaba en mujer.
Y ahí andaba Lindsay, la ex niña de cabellera pelirroja y pecas encantadoras intentando crecer como cualquier chico pero sin el entorno de cualquier chico. Y como la mariposa del cuento le pedían que creciera rápido pero sin acompañar sus tiempos ni sus deseos. Entonces ella respondía como podía o como le salía.
¿La acusaban de ser adicta al sexo y participar de orgías? Respondía posando desnuda emulando a Marylin Monroe para la revista New York y teniendo una relación con la Dj, Samanta Ronson. ¿Le exigían presentarse una vez por mes ante la Justicia? Contestaba partiendo de vacaciones a París y volviendo recién cuando emitían una orden de captura internacional. ¿Le colocaban una pulsera de arresto? La lucía como un accesorio más en las discotecas más top mientras posaba orgullosa ante los fotógrafos.
En 2010 transitó una de las situaciones más bizarras. Nuevamente y por consumo de drogas fue condenada a pasar diez días en prisión y realizar tareas comunitarias. Por jugarreta del destino o simplemente por maldad supina le ordenaron cumplir su condena en la morgue, allí le tocó colocar en una bolsa mortuoria el cadáver de Whitney Houston que había muerto horas antes por una sobredosis. Aunque había otras personas para hacer esa tarea la designada fue «la chica Disney». La escena por demás macabra la hizo pensar si no era tiempo de ver para dónde rumbeaba su vida.
Y cuando uno no sabe para dónde correr en general corre a ese lugar que se llama hogar. Pero Lindsay no quería correr a su hogar, prefería huir de él y con razón.
Su padre Michael, estuvo cuatro años en prisión por conducir ebrio y estrellarse contra un poste de luz, cuando salió lo volvieron a detener por conducir sin licencia, además amenazó de muerte a sus cuñados y solía golpear a su esposa y a sus hijos luego de consumir droga frente a ellos. Mientras Lindsay permanecía internada en las clínicas de rehabilitación, se encargaba de vender a los tabloides más sensacionalistas las conversaciones con su hija pidiendo ayuda. Lo que se dice el hombre era una verdadera joyita.
Su madre, Dina tampoco clasificaba en un concurso de «madre del año». Cada vez que Lindsay ingresaba a una clínica, le avisaba a los productores de distintos programas a qué hora la visitaría para que la siguieran con sus cámaras y la grabaron entrando compungida y preocupada. En el 2003, la policía descubrió que Lisa tenía un acosador y llamaron más de 20 veces a Dina para sugerirle medidas preventivas. Su respuesta fue… salir de bares con su hija.
Todo esto se supo no por vecinos indiscretos sino porque Michel y Diana solían contarlo en los programas a los que los invitaban para hablar de su hija y donde terminaban acusándose mutuamente de ser uno peor que el otro. Para ellos Lindsay más que una hija era una oportunidad para desarrollar su ego y aparecer en televisión y eventos. Amaban ser los padres de la estrella, quizá lo que odiaban era ser solo padres.
Así que ahí andaba Lindsay con su vida a los tumbos y su familia sin rumbo. Para colmo en 2013 un programa mostró un papel escrito por la actriz donde figuraban sus 36 amantes, entre ellos Justin Timberlake, James Franco, Joaquin Phoenix, Zac Efron, Heath Ledger, Wilmer Valderrama, Colin Farrel y Jamie Dornan. Cuatro años después reconoció que esa lista era algo muy personal, que darla a conocer fue muy desafortunado pero no la desmintió.
En 2016 parecía que por fin encontraba un poco de paz cuando se comprometió con Egor Tarabasov, el hijo de un magnate ruso, siete años menor que ella. Se conocieron en Londres y parecían felices hasta que distintos videos los captaron en situaciones violentas y agresivas y el noviazgo se rompió.
Lindsay decidió refugiarse en Europa para alejarse no solo de Hollywood sino también de la gente tóxica que la rodeaba, Grecia fue el destino final elegido. Primero estuvo un tiempo en Atenas pero luego decidió gestionar un parador en Mykonos, ese pequeño paraíso en la tierra. Lejos de los hoteles suntuosos se instaló en la casa de una familia. Quizá porque ya conocía el lujo y las fiestas y ahora quería conocer algo desconocido llamado hogar.
Pero el mundo del espectáculo no estaba dispuesto a soltar tan fácil a su antigua reina y fue así que le ofrecieron protagonizar una reality donde mostraba su vida cotidiana lejos de la fama. En Lindsay’s Lohan Beach Club se la veía interactuar amablemente y sin divismos con empleados y clientes, bañarse sin desnudarse en el mar y disfrutar de un atardecer. No había sexo, drogas ni descontrol, no había novios violentos ni padres abusivos. Le propusieron a Lindsay que sus padres fueran parte del programa respondió «no». Entonces pasó lo que lamentablemente tantas veces pasa, la Lindsay feliz y tranquila no atrajo tanto a las audiencias como la angustiada y descontrolada. Conclusión: el programa fue levantado por aburrido e insípido.
Y así llegamos al final de esta reseña. La mariposa de nuestro cuento inicial nunca pudo volar. Los que disfrutamos Juego de gemelas y nos seguimos riendo con Chicas pesadas sabemos que Lindsay hace rato tiene sus alas rotas. Ojalá pueda volver a volar como antes y si la vida no le da otra oportunidad, ojalá al menos le dé una tregua.