Todos sabemos que en el acto sexual intervienen todos los sentidos, pero a veces nos olvidamos de algunos: está claro que el tacto influye con tanto tocamiento y caricias, la vista salta a la vista que interviene… ¿pero el oído? El sexo gay no tiene que ser únicamente una relación silenciosa en la que no se cruzan palabras y solo algunos gemidos. No hablamos solamente de poner una lista de canciones para que tus vecinos no escuchen los golpes en el cabecero de la cama. Hablar durante el sexo gay puede ayudarte a que el placer y el morbo aumenten de manera exponencial, pero hay que saber hacerlo bien y sin pasarte de ciertos límites tras los cuales el efecto puede llegar a ser contraproducente.
En inglés lo llaman «dirty talk», que podríamos traducir como «hablar sucio» y es a lo que aquí nos referimos de manera coloquial como «decir guarradas». Con esta práctica hay que afinar la imaginación y el lenguaje para aumentar el placer sexual y el morbo, tanto antes como durante el sexo gay. Se trata de usar el lenguaje para describir tus deseos, sensaciones o fantasías de una manera muy erótica. Puede ser entre susurros, gritos, órdens, peticiones, chistes o groserías.
Lo mejor suele ser empezar despacito. Una frase muy brusca no siempre procede, pero un «no he dejado de pensar en tocarte en todo el día» susurrado al oído o ciertos piropos pueden ayudar a ponerle a tono. «Me encantan tus labios», por ejemplo, y quien dice labios, dice brazos, ojos, piernas, espalda o cualquier parte del cuerpo que quieras destacar.
Si tu anterior jugada funciona bien, puede que tu compañero te diga algo así como «¿ah, sí? ¿Qué pensabas tocarme?» o una frase similar, dándote pie a describir tus fantasías con detalle y poder cumplirlas a continuación. Describe tu fantasía con detalle, cuéntale lo que tienes ganas de hacer con él, lo que quieres que te haga, lo que quieres hacerle: «pensaba en empezar acariciándote la espalda y bajando hasta…», «pensaba en lo mucho que me gusta tocarte y besar tu boca porque…». Échale imaginación.
Después de estos preliminares ya habrás visto si todo avanza por el camino correcto hasta este momento: el momento en el que ya puedes empezar a hablar sucio y decir cosas más obscenas como «quiero que sientas lo caliente que estoy», «tengo muchas ganas de metértela» o «quiero sentirte dentro de nuevo». ¿Estás listo o no para ser tan explícito? Si no sabes bien qué decir o te da algo de vergüenza intenta rememorar la última vez que estuvisteis juntos y qué fue lo que más te gustó, qué es eso que te mueres por repetir con él: «me encantó cómo te giraste para besarme», «me encantó cuando me diste un azote»… lo que sea, échale valor y no te cortes.
Hablar sucio está muy bien, pero no pierdas de vista tu objetivo: lo estás haciendo para ponerle y para cumplir vuestras fantasías. No se trata de que la conversación erótica o las palabras se lleven todo el protagonismo, se trata de pasar a la acción ayudado por las palabras. El estímulo de las palabras se suma al estímulo sexual. Puedes seguir diciendo cosas pero probablemente tengas tu boca ocupada en determinados momentos, ya sea por sexo oral, besos o gemidos. Puedes continuar preguntando «¿te gusta?», «dime qué estás sintiendo» o «¿qué quieres que te haga?». Préstale atención y dale seguridad para que él también te hable y los estímulos crezcan entre los dos. ¡Ojo! No te pases de vulgar, ya que puede haber a quien determinadas frases más guarras le exciten, pero para otros será asustarles.