La alemana ciudad de Múnich es una metrópoli moderna, con corazón y una larga tradición, encantadora y distendida, inquieta pero también serena: es la capital alemana con estilo.
Aquí no hay que ser necesariamente rico ni guapo para sentirse como en casa, pero tampoco viene mal. Aunque las definiciones son muy amplias: rico también es aquel que se permite deambular por la maravillosa City, sentándose aquí y allá, simplemente disfrutando de la vida e impregnándose de la atmósfera. Y la belleza, ya de por sí, es relativa.
Lo que es seguro es que una de las plazas más bellas de Alemania es la Marienplatz, centro neurálgico de Múnich y sede del Ayuntamiento Antiguo y del Nuevo. Su famoso carillón se erige como emblema de la ciudad, al igual que la cervecería Hofbräuhaus y la iglesia Frauenkirche, el emblema de la ciudad visible a lo lejos gracias a su característico campanario verde. Merodear por el mercado Viktualienmarkt es un auténtico placer para los sentidos.
Aquí se encuentra de todo, desde lo más genuinamente bávaro hasta productos exóticos. Sin embargo, el regateo no pertenece al estilo de vida muniqués. No se debe ni intentar, sobre todo en las calles comerciales nobles como Ludwigstrasse, Maximilianstrasse, Kaufinger Strasse y Tal. Aquí se concentra todo lo que es bueno y caro, desde la última moda a las antigüedades más maravillosas.
Los barrios ‘in’ de moda, no obstante, son sin excepción más asequibles y alegres, y no solo Schwabing, sino desde hace tiempo también las zonas alrededor de las plazas Glockenbachplatz y Gärtnerplatz y la calle Müllerstraße. Aquí viene la gente a divertirse, salir de fiesta, hacer compras alternativas y reina el distendimiento y la cultura LGBT en todas sus facetas. Y absolutamente gratis sale visitar el parque Englischer Garten, oasis de bienestar y ocio entre el Isar y la ciudad, que invita a la relajación y a la despreocupación.
Además, ofrece opciones para todo el mundo: desde gandulear intencionadamente o mirar a los que practican slackline (o mejor aún, animarse a probarlo) hasta divertirse hasta el infinito surfeando en el Eisbach. También se puede disfrutar relajadamente de la tarde en alguna de las terracitas más bellas de Múnich, la de la Torre China o en la otra algo más pintoresca situada a orillas de lago.
Estas cervecerías al aire libre, que reúnen un público de lo más variopinto bajo castaños centenarios, son la viva estampa del estilo de vida muniqués. Aunque en realidad las cervecerías se denominan Keller o bodega (Salvatorkeller, Löwenbräukeller o Hofbräukeller) porque era ahí donde antiguamente los cerveceros almacenaban la cerveza por sus frescas temperaturas, pronto se les ocurrió la idea de servirla directamente en el lugar de producción. Así es como empezó una tradición sagrada para los muniqueses, que afortunadamente se ha mantenido hasta nuestros días.