Hablemos en primer lugar de definiciones, empezando por la teoría. ¿Es distinto el sadomaso del BDSM? Más o menos, pero deberíamos utilizar mejor el lenguaje. BDSM son las siglas que engloban Bondage, Disciplina / Dominación, Sumisión / Sadismo y Masoquismo, las mal llamadas «sexualidades alternativas» que a veces resumimos en sado, sadomaso o sadomasoquismo. Pero sadomaso no es igual a BDSM, ya que el sadomasoquismo es una palabra que en psiquiatría se usa también para definir enfermedades mentales, y aquí estamos hablando de prácticas eróticas, no de sadismo, de crímenes o de prácticas en las que no se cuenta con el consenso de todas las partes. Esto hay que aclararlo siempre, como cuando hablamos de cómo es ser sumiso gay y cómo es ser dominante gay: siempre hay que consentir y se suele utilizar una «safe word» o palabra de seguridad para detener la práctica si así una de las partes lo requiere.
El término genérico sadomasoquismo define relaciones en las que la base la forman el dolor y el placer. El sadismo gay es la práctica activa, la que realizan gays que sienten placer sexual al hacer daño físico o castigar a otro. El masoquismo gay es la práctica pasiva, es decir, la de aquellos gays que sienten placer sexua al sufrir dolor. Te guste o no el sadomaso gay a priori, numerosas investigaciones científicas han determinados que en todas las personas coexisten estas dos tendencias, sea en mayor o menor grado. ¿Te gusta sentir o hacer sentir dolor? También hay que señalar que te puedes gustar el sadomaso gay y sentir dolor pero no por ello ser sumiso, aunque lo más frecuente es que ambas cosas se combinen.