En los antros y bares heterosexuales, el hecho de que la entrada sea gratis para las chicas, o que si una mesa tiene un gran número de ellas reciben una botella gratis, siempre ha sido la costumbre y nunca ha existido la queja por la desventaja que tiene que pasar un hombre ¡pues claro! Los heterosexuales salen a los antros a conquistar chicas y ellas son las carnadas en los establecimientos.
Pero en la comunidad gay ¿Qué no se supone que son los activos quienes deberían estar deseosos de encontrar un lindo pasivo con quien disfrutar de la noche? Aparentemente (sin saber si es bueno o malo) eso cambia cuando se trata de los antros homosexuales, pues se cree que los pasivos superan en número a los activos, ¡es más fácil encontrar a un pasivo que a un activo!
Pues toda esta introducción es debido a que se hizo un buen de polémica una fiesta sexual en un club gay en Brooklyn llamado Anonymous, el cual convocaba a reunír a hombres homosexuales, pero no bajo las mismas condiciones. Sus organizadores promocionaban la fiesta con mensajes muy sexuales, diciendo que habría hombres con los ojos vendados a disposición de quienes los quisieran disfrutar y con una peculiar política de precios: los activos pagan 25 dólares por la entrada y los pasivos pagan 65 dólares, más del doble.
Por supuesto las redes sociales empezaron a cuestionar esta política de precios tan criticable, como es normal. ¿Y es que nadie piensa en los hombres gays o bisexuales que son versátiles? El promotor de la fiesta, que se identifica como pasivo, dice que decidió establecer estos precios para garantizar que iba a haber muchos más activos que pasivos: «la fiesta funciona con pasivos voluntarios para recibir las corridas de los activos, se colocan en posición para toda la fiesta y se quedan ahí todo el tiempo que quieran». ¿Esto es pasivofobia o un razonamiento aceptable? Juzga tú mismo.