El boom de la marihuana recreativa se asomó este martes en West Hollywood, donde cientos de clientes acudieron a tres expendios de la hierba que recién abrían sus puertas a venderla legalmente para fines placenteros. Por su parte, el municipio de Los Ángeles, que espera otorgar los primeros permisos la próxima semana, ha pedido a los clientes un consumo «responsable» y evitar conducir bajos los efectos del cannabis.
El pop de Michael Jackson ha puesto a bailar a cinco jóvenes, pero no dejan de observar los mostradores de una tienda de marihuana para uso recreativo.Parecen niños en una dulcería. Hace tres horas abrió este negocio en West Hollywood, en el condado de Los Ángeles, y cientos ya han comprado productos de cannabis, aprovechando la legalización que entró en efecto este lunes. Varios más esperan en una extensa fila que abarca una cuadra del bulevar Santa Mónica.
Hay cientos de artículos en el menú de Zen West Hollywood, que tras 15 años ofreciendo la hierba para uso medicinal obtuvo un permiso para entrar al negocio del consumo lúdico. Es uno de los tres locales más fáciles de encontrar en Santa Mónica. Como este, afuera de los otros dos expendios de marihuana recreativa hay decenas de compradores, la mayoría jóvenes blancos, esperando entrar.
El pop de Michael Jackson ha puesto a bailar a cinco jóvenes, pero no dejan de observar los mostradores de una tienda de marihuana para uso recreativo.Parecen niños en una dulcería. Hace tres horas abrió este negocio en West Hollywood, en el condado de Los Ángeles, y cientos ya han comprado productos de cannabis, aprovechando la legalización que entró en efecto este lunes. Varios más esperan en una extensa fila que abarca una cuadra del bulevar Santa Mónica.
Hay cientos de artículos en el menú de Zen West Hollywood, que tras 15 años ofreciendo la hierba para uso medicinal obtuvo un permiso para entrar al negocio del consumo lúdico. Es uno de los tres locales más fáciles de encontrar en Santa Mónica. Como este, afuera de los otros dos expendios de marihuana recreativa hay decenas de compradores, la mayoría jóvenes blancos, esperando entrar.
«Nosotros vendemos dulces, galletas, paletas de caramelo; tenemos cientos de productos», dice Kinney, quien celebra estar en una industria comparada al boom del Internet, estimada en 7,000 millones de dólares anuales. «Es un negocio de miles de dólares. El estado espera el 25% por impuestos de cada producto. Imagina que por cada dólar que recibimos ‘El Tío Sam’ se lleva 25 centavos», señaló Kinney.
Como se esperaba, la marihuana para uso recreativo comenzó con el pie derecho esta semana en West Hollywod, Palm Springs, Cathedral City, Santa Ana, Oakland, San Diego, Santa Cruz, San José y otro puñado de municipios que se adelantaron en el trámite de permisos para abrir sus puertas el 1 o 2 de enero.
«Aquí hemos recibido cientos de clientes», dijo Kinney, quien compra productos a mayoristas y se abastece de siete granjas localizadas en el Valle de Sonoma, en el norte de California. «Todo lo que nosotros compramos es orgánico. Ahora hay normas en la industria del cannabis, comparado a lo que ocurría antes que no estaba regulada», explica.
A unas cuadras de su local, en el local MedMen, decenas de clientes hacían fila en dos cuadras del bulevar Santa Mónica. También ahí se limitó el acceso para no entorpecer las compras. «Llevo mucho tiempo esperando entrar, pero no se compara con todos los años que he esperado para comprar marihuanalegalmente, sin tener que voltear a ver hacia todos lados esperando que llegue un policía», comenta Julio, un hispano que pide no publicar su apellido para no meterse en problemas con su empleador.
«Soñé con este día y hasta pensé que no viviría para contarlo, pero aquí estoy», dijo el joven, quien esperaba gastarse unos 200 dólares en hierba y galletas.
En otro expendio de West Hollywood, otro cliente contaba que a pesar de la despenalización del cannabis su familia tiene un mal concepto de quienes la consumen. «Preferiría que mi madre no me viera en esta fila porque me cuelga», dijo soltando una carcajada. «Tampoco quiero que mi jefe vea esto, porque seguramente me mandará a hacerme un examen de drogas mañana», agregó quien se identificó solo como Armando.
Este joven, que trabaja como oficinista en una distribuidora de alimentos, viajó más de 40 millas para comprar un poco de «María», como él le dice «de cariño». «Esto es como comprar una botella de Whisky, porque de ti depende si te la acabas, manejas y chocas, o solo te tomas un pequeño vaso», dijo.