La curiosidad mató al hetero. En muchas ocasiones hablamos de esos llamados heteros curiosos que prueban a tener relaciones con otros hombres, pero que no se identifican como gays. ¿Qué problema tiene la gente con las etiquetas? Tenemos muy reciente el ejemplo de Rafael Amargo, diciendo en una entrevista que él es «bisexual y hetero» pero no «maricón ni gay». El absurdo hace que nos planteemos esta pregunta. ¿Por qué algunos hombres tienen sexo gay pero se definen como heteros?
Para ayudarnos a responderla tenemos los datos de un estudio que en esta ocasión parece bastante serio, ya que se ha realizado entre dos universidades estadounidenses durante 6 años. Lo han hecho Arielle Kuperberg de la University of North Carolina y Alicia Walker de la Missouri State University, estudiando el comportamiento sexual de 24.000 personas adultas.
De esas 24.000, 800 contaron que su último encuentro sexual fue con alguien de su mismo sexo. Y de esas 800, 96 eran hombres que se definían como heteros (un 12 %) y 200 mujeres que se definían como heteros (un 25 %). Son números considerables, a los que añadimos más detalles: de esas 800 personas el 29 % dijo que habían tenido al menos una experiencia homosexual anterior. Es decir, que hay personas que tienen al menos dos experiencias homosexuales, la última persona con la que han tenido sexo es de su mismo sexo, ¡pero cuidado! Siguen diciendo que son heterosexuales.
A raíz de este estudio el psicólogo Robert Burriss distingue entre deseo sexual e identidad, diciendo que son dos cosas que suelen ir ligadas pero no siempre: «una persona puede definirse como heterosexual pero aun así sentir deseo o tener relaciones sexuales con personas de su mismo género».