La película Viva abarca en su sencillo título el sentido más profundo de su historia: una afirmación de vida que se abre paso entre un sistema agonizante que ya dio su mejor batalla. Siguiendo al joven protagonista, un homosexual que lucha por establecer su identidad ante un padre autoritario y machista, el filme desafía las nociones de masculinidad e identidad.
Sin aludir directamente al “elefante blanco en la habitación”, Viva nos presenta una panorámica más completa de la situación política en la isla de lo que hubiera podido hacer el mejor de los documentales. Si la película Fresa y chocolate (Dir., Tomás Gutiérrez Alea) anunció en 1993 la apertura en Cuba al tema de la homosexualidad en el cine y la llegada de una nueva estrella (Jorge Perugorría), Viva podría hacer lo mismo tanto por su protagonista (Héctor Medina), como por señalar el nuevo rumbo al que inexorablemente se dirige la nación.
Disponible en Netflix.