Gran parte de las búsquedas LGTBIQ intenta confirmar la orientación sexual de actores, artistas, presentadores o deportistas. En muchos países Google es el único al que pueden contarle qué sienten y con quién les gustaría compartir su vida.
Más allá de estas jornadas especiales en las que aumenta la curiosidad sobre el universo gay y sobre términos como «intersexual», la homosexualidad tiene su propia rutina. En España, y en gran parte del mundo, nuestra actividad se centra en sacar del armario con un «pareja» o «es lesbiana» a mujeres famosas como Malú o Kirsten Stewart y a personajes de ficción como Elsa de Frozen.
Lo mismo ocurre con la palabra gay, la mayoría de términos están relacionados con el nombre de una celebridad —Pablo Alborán, Maluma, Cristiano Ronaldo, Eminem o Jon Kortajarena son los favoritos del último año— y su correspondiente “es gay”.
Si hablamos del plural de estos términos, la mayor parte de la curiosidad se reduce al porno. Lo curioso sucede en lugares como México, donde la consulta más popular de esta temática en el buscador es “soy lesbiana” o “cómo saber si soy lesbiana”. Y sí, cuando pinchas en la página de resultados aparece un test en el que te invitan a descubrir si eres o no eres, como si fuese una especie de casting. Es tan evidente que básicamente actúa de confesionario.
También hay una opción para heterosexuales que se han sentido atraídas por alguna mujer — aunque solo sea una vez en la vida— y quieren probar qué se siente. Aquí es donde llegan las que consultan «soy heterosexual pero fantaseo con mujeres».
Además de Google Trends, el buscador tiene más fórmulas para descubrir qué cuestiones nos planteamos sobre nuestra sexualidad. Por eso cada vez que escribimos algo en su barra de búsqueda nos sugiere unas palabras mágicas, las mismas que habitualmente suele consultar el resto de la gente. Esas cosas que a veces nos cuesta confesar ante los demás y que solo escribimos en nuestras pantallas. Cosas contundentes como «soy gay y me gusta mi amigo heterosexual» y realidades que demuestran el drama personal de mucha gente: «soy gay y no quiero serlo».
Evidentemente, las dudas tienen un protagonismo especial cuando se trata de la bisexualidad. Desde la duda que amplía posibilidades, «soy bisexual o pansexual(la atracción romántica o sexual hacia individuos independientemente de su género o sexo)», hasta la que narra obstáculos, «soy bisexual y no sé como decírselo a mis padres».
Lo mismo ocurre con las búsquedas sobre el término tránsgenero, donde destaca una llamada de auxilio en las pantallas: «soy transgénero y necesito ayuda». De hecho, la delicada situación por la que pasan muchas personas al vivir estas situaciones les hace escribir un «qué hago».
La homosexualidad es el tema que reúne más adeptos, y sobre ella nos preguntamos muchas cosas, algunas muy tristes como «curar homosexualidad» y «homofobia«; una consulta que realizamos en menor medida que las que hacemos sobre sus vínculos con la genética, su presencia en el mundo animal y los tests que hay en Internet para saber si eres o no eres homosexual.
Además, en España, cuando incluimos la palabra «homosexual» en una consulta también lo hacemos para referirnos a la ley de matrimonio igualitario de 2005 y para saber cuál fue el primer país que aprobó este derecho como tal —Holanda en 2001—. El resto de búsquedas solo intentan confirmar los deseos sexuales de actores, artistas, presentadores o deportistas —como si en esto existiese una única verdad universal—.