El Parlamento debate una enmienda para criminalizar el sexo gay y prematrimonial. Algunas personas LGBT ya se han marchado.
Zulfikar Fahd sigue con preocupación las noticias que emergen desde Indonesia, su país de origen, a pesar de que se encuentra a miles de kilómetros de distancia. El chico, de 30 años abiertamente gay, se marchó el pasado 28 de enero a Canadá en busca de asilo porque dice no sentirse seguro allí. Y como explica a este periódico en una batería de correos electrónicos una vez instalado en Toronto, no tiene previsto volver.
La situación es cada vez más delicada para la comunidad homosexual en Indonesia, donde se está debatiendo una enmienda al código penal para criminalizar el sexo gay y prematrimonial. El Gobierno pretende demostrar que criminalizar la homosexualidad servirá para proteger a las personas LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) contra los justicieros que actúan en su contra.
Según expresa en un artículo la organización Human Rights Watch, la idea del Gobierno es que si se criminalizan las relaciones entre personas del mismo sexo, los radicales dejarán de perseguirlos y los ataques contra la comunidad dejarán de aumentar. Pero la lógica no convence a la organización ni a muchos activistas, teniendo en cuenta que, en los últimos meses, el Gobierno (incluido el vicepresidente Jusuf Kalla) ha emitido declaraciones condenando la homosexualidad, la policía ha llevado a cabo campañas contra la comunidad LGBT y el Ministerio de Salud la ha tachado de “desorden mental”.
Indonesia es un país de mayoría musulmana moderada, aunque los últimos años ha aumentado el fundamentalismo. Zulfikar considera que su país es “peligrosamente homofóbo”. “Si regreso. puedo ser atacado físicamente o, incluso, asesinado a manos de los musulmanes conservadores que dominan la población, o condenado a prisión si el Parlamento finalmente criminaliza la homosexualidad”, explica Zulfikar. “En una de sus declaraciones [de los radicales] dijeron ‘vuestra sangre es halal’. Esto significa que matar musulmanes LGTB está permitido en el Islam. Muchos barrios, incluido el mío, incluso colocaron pancartas que dicen que son anti LGBT”.
La homosexualidad está perseguida por la ley en una sola provincia de Indonesia, aunque el ataque social contra las personas LGTB se está llevando a cabo en todo el país. En Aceh rige una versión estricta de la ley islámica (sharia) y las relaciones sexuales entre homosexuales se pueden penalizar con castigos físicos. El pasado mes de mayo dos gais recibieron 85 azotes en una plaza pública. Fue la primera vez que se impuso un castigo de este tipo desde que entró en vigor hace tres años la última revisión de la sharia.
En el resto del país, esta clase de relaciones se penaliza a través de la ambigua redacción de su controvertida ley de pornografía. En octubre, por ejemplo, las autoridades arrestaron a 141 hombres durante una redada en un club gay de la capital, Yakarta, acusados de violar esta disposición que prohíbe la explotación sexual, el nudismo público y otras actividades sexuales. Más de 300 personas LGBT fueron arrestadas durante redadas policiales en 2017 según un comunicado de Naciones Unidas y los Parlamentarios de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) para los Derechos Humanos (APHR) sobre la reforma del Código Penal.
El sentimiento homófobo de la sociedad se ha hecho sentir en otras ocasiones. Organismos radicales musulmanes también pidieron boicotear la cadena de café Starbucks porque, supuestamente, el CEO había mostrado su apoyo al matrimonio gay. En una encuesta reciente, casi el 90% de los indonesios que entienden el significado del término LGBT (que fueron algo más de la mitad de los preguntados) considera que este colectivo es una amenaza para la comunidad y que su religión no permite las relaciones entre personas del mismo sexo. Indonesia cuenta también con una importante minoría de cristianos, hindúes y otros que siguen creencias autóctonas.
El pluralismo y libertad de Indonesia fue cuestionada cuando el todavía gobernador de Yakarta Basuki Tjahaja Purnama (conocido como Ahok), un político cristiano de origen chino, ingresara en prisión en 2017 tras ser condenado a dos años de cárcel por blasfemia, un juicio que se llevó a cabo después de manifestaciones masivas encabezadas por los islamistas.
El investigador de Human Rights Watch en Indonesia, Andreas Harsono, explica que los partidos islamistas con presencia en el Parlamento “ya inyectaron estos artículos en 2016 y 2017, cuando un grupo llamado Family Love Alliance (Alianza de amor familiar) presentó una petición similar a la Corte Constitucional en 2016”. Fue rechazada con los votos de cinco de los nueve magistrados del tribunal.
Los detractores de esta decisión han continuado presionando a los partidos y el presidente de la Asamblea Consultiva del Pueblo (Cámara Baja), Zulkifli Hasan, afirmó en enero que el Parlamento estaba debatiendo el matrimonio entre personas del mismo sexo. Zulkifli mencionó la existencia de “cinco partidos políticos que aprueban a los LGBT».
Aunque Zulkifli no facilitó ningún nombre, y se supo más adelante que su afirmación no era cierta, el debate sobre la criminalización de las personas homosexuales volvió a estar sobre la mesa. Uno de los miembros del Parlamento que representa a la provincia de Aceh llegó a sugerir la pena de muerte o prisióna las personas LGTB, mientras que otros parlamentarios mantienen la idea de ilegalizar los actos homosexuales.
Harsono explica que algunos legisladores que están trabajando en las revisiones del código penal han propuesto lo que consideran un compromiso entre los políticos islamistas que querían una criminalización general, y los políticos más seculares, que estaban en contra.
Como expresó hace unos días al diario Washington Post Ichsan Soelistio, un parlamentario del partido político más grande de Indonesia (el del presidente Joko Widodo “Jokowi”), y uno de los miembros que trabajan para actualizar el código penal: «[Hemos] aceptado una ley que permite enjuiciar al sexo fuera del matrimonio y el sexo homosexual, pero solo si uno de los compañeros sexuales o sus familiares denuncian el crimen a la policía »
El investigador dice que, hasta la fecha, “10 facciones en el Parlamento se han mostrado de acuerdo con este compromiso”. Pero independientemente del acuerdo al que se llegue, Zukfikar duda que los homosexuales dejen de ser perseguidos por la sociedad indonesia.
Es difícil saber el número de personas que han abandonado el país en busca de asilo, pero parece que otros homosexuales indonesios comparten su opinión. El pasado 12 de febrero, de hecho, tuvo lugar una protesta en el país para exigir la paralización de esta ley. Zukfikar dice que tras explicar en su blog su huida a Canadá, ha recibido algunos mensajes de indonesios que tienen la voluntad de seguir sus pasos. Algunos activistas consultados expresan además que conocen algunos casos similares al suyo.
Harsono explica que un gran número de personas LGTB de su entorno están atravesando momentos difíciles. “Muchos de ellos son personas que conozco, mis vecinos, mis amigos, mis antiguos alumnos, que viven en silencio o intentan mudarse al extranjero o dentro de las provincias más tolerantes de Indonesia como Papua”.
Hartoyo, un prominente activista gay de Indonesia, comparte la misma experiencia que Harsono: “He escuchado que algunos homosexuales se han marchado o buscan asilo porque no se sienten seguros en su propio país. Algunos han sido forzados a la clandestinidad, especialmente en Aceh”.