Definitivamente Chavela Vargas no solo es un ícono de la música ranchera, sino que desde sus inicios en el ambiente artístico, casi sin querer, se convirtió en una de las máximas exponentes del movimiento LGBT. A fines de la década del ‘40, la costarricense nacionalizada mexicana, salía al escenario vestida como un hombre. En parte, porque los atuendos más femeninos no le resultaban cómodos, pero también porque vestida “como mujer” no había logrado la repercusión que esperaba.
Pero más allá de sus transgresiones estéticas, fue la primera en dedicarle canciones de amor a personas de su mismo género. Su sexualidad nunca fue un conflicto para ella.
Y aunque mantuvo vínculos amorosos con decenas de mujeres, durante sus primeros años de carrera se negó a decir públicamente que era lesbiana. No por el miedo al qué dirán, sino porque temía que se hiciera más foco en lo que pasaba en su cama que en su carrera como artista. “Si eres lesbiana, estás marginada. Vivimos en una sociedad patriarcal y entonces tiene que respetar y hacer que te respeten. No voy a andar exponiéndome, no puedo andar con un cartelón diciendo que soy lesbiana. He abierto caminos con mucho dolor y muchas ofensas”, explicó la cantante en una entrevista que dio en 1991. Sin embargo, más allá del hermetismo con el que intentó manejar su vida privada, hubo romances que trascendieron y uno de los más importantes fue el que vivió nada menos que con Frida Khalo. Se conocieron casi por casualidad cuando “La Dama del Poncho Rojo” daba sus primeros pasos en el ambiente artístico y no tenía idea de quienes eran la pintora y su marido, Diego Rivera.
“Me quedé impresionada cuando vi que bajaban por la escalera de la casa, a la señora en una camilla y vestida de tehuana, los mariachis tocando y todos bebiendo tequila, una pachanga de tequila”, reveló Vargas en su libro “Las verdades de Chavela”. E inmediatamente sintió la atracción por Frida, que era doce años mayor. “Fue un deslumbramiento al verle cara y los ojos. Pensé que no era un ser de este mundo. Sus cejas juntas eran una golondrina en plena vuelo”, recordó la entrevista muchos años después. Y esa misma noche en la que cruzaron miradas por primera vez, comenzaron una relación muy apasionada. “Frida me invitó a quedarme a dormir, pues yo vivía lejos de Coyoacán. Después me fui quedando. ‘Quédate niña, me dijo, estás muy sola y no sabes nada de la vida, quédate en mi casa’, me dijo. Y yo me quedé. Ella pintaba y yo cantaba”, contó la intérprete de “La Llorona”. Mientras que Frida, le escribió una carta al poeta Carlos Pellicer para contarle sobre su affaire.
“Hoy conocí a Chavela Vargas. Extraordinaria, lesbiana, es más se me antojó eróticamente. No sé si ella sintió lo que yo pero creo que es una mujer lo bastante liberal que si me lo pide no dudaría un segundo en desnudarme ante ella.
Cuántas veces no se te antoja un acostón y ya. Ella, repito, es erótica. ¿Acaso es un regalo que el cielo me envía?”, expresó la pintora dejando al desnudo su pasión. Chavela y Frida mantuvieron una relación muy estrecha hasta que en julio de 1954, la pintora murió y dejó un vacío imposible de llenar en la vida de la cantante. “Sin tener todavía la madurez de la mujer en mí, porque era muy niña, presentí que podía amar a ese ser con el amor más de entrega del mundo, el amor más atado del mundo”, declaró Chavela dejando en claro que su romance con Frida fue uno de los más importantes de su vida.